jueves, 25 de agosto de 2016

La enfermedad senil del absolutismo


Digo “senil” sin hacer referencia a individuos. Quiero hablar de idearios, de conjuntos de visiones sobre el mundo a las que parecen no querer renunciar grupos y organizaciones sociales que se han formado en algunos nichos de una sociedad, la mayoría de las veces aprovechando poderes y privilegios heredados, y que se perciben por estos como “principios” amenazados por la misma sociedad cuando decide avanzar, romper esquemas, saldar cuentas con un pasado que a todas luces ha estado signado por el despojo, la carencia de oportunidades, la imposición del silencio (o de la no escucha), la negación de la mayor parte de los derechos que, paradójicamente, los grupos seniles afirman proteger en sus “principios”.

Qué difícil aceptar que el mundo no es de un solo color, que no obedece a las leyes que rigen el entorno cerrado en el que uno se mueve. La democracia no funciona porque a la idea de participación se la ha condicionado a la de representación, y para que alguien quiera y pueda efectivamente representar a otros —al menos en contextos como el colombiano— se requiere contar con organizaciones fuertes, con ingentes recursos, con previas cuotas de poder. Lejos están los románticos ejemplos de personajes que accedieron al poder únicamente por sus méritos, por la nobleza de sus ideales, por la calidad del compromiso que asumieron con otros, por su desprendimiento, por su capacidad para enterarse de las legítimas aspiraciones de otros, por la confianza que fueron capaces de construir al trabajar con honestidad y sin privilegiar exclusivamente sus intereses y los de quienes les rodeaban.



La senilidad, en estos casos, se manifiesta en ideas como la de que solo cuando el “iluminado” habla, piensa o actúa, el mundo se mueve, y que se mueve hacia donde debe. La senilidad del absolutismo, como enfermedad, la contraen (atrayéndola como un imán) quienes no pueden aceptar que hay puntos de vista diferentes, percepciones distintas sobre lo que acontece, soluciones diversas para un mismo problema. Esa senilidad contraría inclusive la poética idea de que “se hace camino al andar”, porque sólo la acepta cuando el camino se acomoda a su mezquindad, a su miopía, a su grupo o a su clase o su partido.

La enfermedad se puede diagnosticar con relativa facilidad cuando el absolutista (que podemos llamar también fundamentalista —o mesías o mesiánico, dos aspectos de la misma condición— o “ideólogo”) atribuye a sus contradictores ideas que considera universalmente inaceptables, intenciones que ética y moralmente la sociedad descalifica, actuaciones que la sociedad reprueba. El enfermo calumnia, difama, escribe cartas insultantes con versiones amañadas, fantasiosas e infames sobre aquellos que no comparten su pensamiento ni sus acciones. No es difícil llegar al diagnóstico, y menos todavía sustentarlo.

Las pruebas de que existe la enfermedad y de que no es muy difícil diagnosticarla están al alcance de cada persona que lee esta nota. Piensen en su entorno familiar, en el más amplio de su ciudad, en el del país, en el planeta. El autoritarismo y el absolutismo, decir fundamentalismo es igual, son rasgos distintivos de quienes se asumen como detentadores de verdades no solo irrefutables (la debilidad de los planteamientos irrefutables es que se sustentan en creencias —con la fe no se discute— o en prejuicios) sino, además, inspirados en ideales que —dicen los seniles— sirven a todos.

Como no interesa aquí dar nombres, diremos finalmente que el modo de combatir los terribles efectos de la enfermedad es esforzarse por comprender los hechos y sus antecedentes. No es fácil, porque hay antecedentes remotos y antecedentes cercanos, y nos han acostumbrado (el sistema educativo, las prácticas políticas, la tradición institucional, las costumbres familiares) a pensar únicamente en la eficacia y la eficiencia (inmediatas) de cada decisión.

Creo que Colombia no existe: hay que inventarla. Los enfermos no podrán hacer contribución alguna.


Luis Jaime Ariza Tello

martes, 8 de marzo de 2016

SEMINARIO-TALLER DE REDACCION Y EDICION DE TEXTOS EXPOSITIVOS

Luis Jaime Ariza Tello, Comunicador Social
Especialista en Teoría y Métodos de Investigación en Sociología
Universidad del Valle

Presentación

El Seminario-Taller de Redacción y Edición busca atender una necesidad (en buena parte una demanda no explícita) de profesionales en formación y graduados de programas universitarios con respecto al dominio de operaciones básicas para la producción de textos expositivos. Tal necesidad se manifiesta en la dificultad que un número considerable de ellos experimenta con respecto a la elaboración de escritos académicos (reseñas, comentarios, análisis, ensayos, monografías y tesis de grado), o documentos necesarios para el desempeño de sus labores profesionales (informes, ponencias, artículos, proyectos), principalmente en términos de estructurar y desarrollar planteamientos de manera clara y coherente, con arreglo a la construcción sintáctica y a la lógica interna del discurso escrito.

En muchos casos, tal dificultad se asocia con la existencia de limitaciones para acceder a tipos de discurso de cierta complejidad, lo que revela la estrecha relación entre la lectura y la producción de escritos; pero en general se funda en el desconocimiento (y la no apropiación en su dominio) de operaciones de sentido sintácticas, lógicas, semánticas y pragmáticas que hacen comunicable un escrito.

Justificación

Un punto de partida —necesario— para trabajar la escritura expositiva es la consideración de que esta constituye un problema cuando no satisface las condiciones de lectura del destinatario de un texto. Tal postura hace énfasis en un aspecto crucial del trabajo de elaboración de cualquier escrito: su carácter de producto de comunicación, a través del cual se restituye la presencia de, al menos, dos actores (autor y lector), presencia que de alguna manera ha sido ignorada por las prácticas de escritura en los programas de educación formal.

Tradicionalmente el asunto ha sido tratado en ese contexto como un problema de desconocimiento de la gramática, por lo cual en los espacios académicos se sigue aún trabajando en la perspectiva de "repasar" o "apuntalar" la información contenida en los libros de español (tal vez con sustentaciones o argumentos más elaborados) o en seguir las orientaciones de manuales de redacción, planteándose la disyuntiva de decidir entre lo "correcto" y lo "incorrecto" en el uso de la lengua, tratando de puntualizar reglas (a partir de la posición del docente) o hallar venturosas fórmulas (en la posición del estudiante) que garanticen "escribir bien". Por otra parte, las situaciones que exigen la producción de escritura están comúnmente asociadas con proceso evaluativos en los que se confiere mayor importancia a la información contenida en un examen o un trabajo escrito, al acuerdo de unos enunciados con los planteamientos de una disciplina, razón por la cual poco o ningún interés se genera en torno a la definición de las condiciones de aceptabilidad de un escrito.
La importancia de situarse —para la realización de un seminario-taller sobre la escritura— del lado del destinatario reside en que mediante una estrategia de sensibilización la lectura permite dar cuenta de distintos niveles y aspectos de la organización textual, que en un escrito se expresan como "anomalías" o problemas, y alrededor de los cuales es posible construir una noción que sitúa en otro terreno (la teoría del discurso, del texto) el análisis, la discusión y las propuestas de trabajo en torno a la escritura.

Si se adopta este enfoque, no parecerá extraño el que se puedan plantear y absolver frente a un escrito preguntas como si es o no escritura; si es "determinable", en el sentido de que pueda establecerse sin ambigüedad de qué habla; si hay "precisión" en el uso del léxico; si es "coherente", es decir, si permite ver claramente las relaciones que se establecen en su organización global; si hay articulación entre las diferentes ideas que en él se expresan; si autor y lector comparten el mismo sistema de presuposiciones.

Por supuesto, el esfuerzo por responder preguntas de este tipo nos lleva a la gramática y al dominio de diversas competencias. Sin embargo, el énfasis de nuestra diferente orientación está dado por la indagación acerca de la eficacia del escrito, el mayor o menor grado en que éste produce ciertos "efectos de sentido" referidos a su organización lineal, su estructuración, su complejidad, su ordenamiento lógico y conceptual, o sus contextos de producción y de lectura.

El concepto básico del Seminario‑Taller que aquí se propone tiene que ver con la intención de que los asistentes hagan conciencia sobre el proceso de la escritura, alrededor de un trabajo permanente de análisis y elaboración conceptual, re‑escritura o transformación de escritos, y producción de textos expositivos de mediana extensión.

Antecedentes

El Seminario‑Taller de Escritura, como propuesta, tiene su origen en una experiencia académica adelantada en la Universidad del Valle con el Plan de Estudios de Comunicación Social, por iniciativa y bajo la orientación del Profesor Jesús Hernán Lozano Hormaza. El Taller de Redacción, con duración de dos semestres consecutivos y una intensidad de seis horas semanales, permitió la conformación de un equipo de estudiantes que produjo con el Profesor Lozano una "Guía de Edición", propuesta como material que "orienta un tipo especial de lectura en la que se busca ubicar ciertos problemas manifiestos en el texto expositivo, y cuyo origen se encuentra en el proceso de producción del discurso como mensaje escrito". Esta Guía consideraba dos grandes niveles de constitución del discurso escrito: el primero, concerniente al plano de la estructura superficial y referido al ordenamiento secuencial de las partes del escrito en el curso de la exposición, abarcando también la organización sintáctica así como los indicadores gráficos de las operaciones y transformaciones que en ella se realizan; el segundo nivel, de la estructura profunda, relativo a la organización lógica y conceptual, y el ordenamiento de las tópicas que se desarrollan.

Posteriormente se hizo una adaptación de este Taller para el trabajo con estudiantes de primer semestre de la Facultad de Filosofía de la misma Universidad y con un grupo de docentes de diversas Facultades, entre 1979 y 1983. Subsiguientes experiencias, realizadas con personal administrativo de diversas entidades y con estudiantes de Publicidad y Diseño Gráfico (Escuela de Comunicación del Centro de Estudios Profesionales y Escuela de Diseño Gráfico del Instituto Departamental de Bellas Artes, y Universidad Santiago de Cali, así como la Carrera de Comunicación Social de la Universidad Central, en Bogotá) permitieron validar y afinar algunas de las herramientas y los materiales para los Talleres.

Objetivos

El Seminario‑Taller de Escritura busca hacer explícitas las operaciones "fundantes" de la escritura, posibilitando el reconocimiento de los elementos que intervienen en tales operaciones, así como de los "efectos de sentido" que la escritura plantea para un lector crítico ideal (editor).

Como Seminario, esta experiencia propone una aproximación básica a distintos desarrollos de una Teoría General del Lenguaje, la Teoría del Discurso y la Teoría del Texto.

Como Taller, la experiencia busca construir herramientas y elaborar nociones y conceptos, en orden a lograr un manejo conciente (razonado) de las condiciones de producción y de lectura de textos expositivos.

El Seminario-Taller aporta herramientas y nociones para la producción consciente y razonada de textos que satisfagan las exigencias de los públicos lectores para los que se proponen.

Metodología y Programa de Trabajo

El Seminario‑Taller propone una serie de experiencias prácticas, en las que se articulan el trabajo individual y colectivo de los asistentes, a partir de un conjunto de materiales presentados como pre‑textos, bien para que se realice algún tipo de intervención sobre los mismos (en el caso de escritos que evidencian "problemas" de lectura/escritura), bien para efectuar análisis y discusiones que permitan una elaboración conceptual acerca de un aspecto particular (por ejemplo, deixis, determinación referencial o determinación sintáctica, universos de discurso, marcadores semánticos, conectivos, etc.), o para retroalimentar el proceso que tiene lugar en el mismo Taller, y/o para presentar desarrollos de algunos de los aspectos que se aborden en el Seminario.

La participación de los asistentes se activa en la medida en que asumen el rol de "editores" o lectores críticos de los textos de otros participantes. Progresivamente la labor de editores y autores se va haciendo más exigente, en la medida en que se abordan aspectos referentes a niveles de mayor complejidad de los textos. Quien orienta el trabajo actúa como proponente de "juegos" o "problemas", como "moderador" de la discusión que los materiales suscitan en el grupo de asistentes y, en algunas ocasiones, como re‑elaborador de conceptos y nociones que van produciéndose colectivamente.

A manera de ilustración, se indica una secuencia de los aspectos que entraría a considerar el Seminario‑Taller. La presentación como secuencia de efectos de sentido atiende a un ordenamiento de exigencias o condiciones de lectura que parten de los niveles básicos de estructuración del discurso escrito.

1. Legibilidad

Alude a la posibilidad de que sobre un conjunto de elementos gráficos se ejerza la operación de leer. Escritura y lectura son operaciones recíprocas: la primera instaura y exige la segunda; pero la escritura se constituye sobre la base de un distanciamiento con relación al discurso imaginario y al di­scurso situacional. El escrito legible, entonces, se caracteriza por tener una tópica nombrada y definida; la saturación de los deícticos (formas pronominales, demostrativos) debe darse dentro del escrito mismo y no remitir a la situación del coloquio o a elementos imaginarios; las personas instauradas por los pronombres y las formas pronomi­nales deben definirse en el interior del texto y no depender de una imposible saturación contextual.

2. Determinación

La determinación tiene que ver con las operaciones de "anclaje textual" al interior del escrito e, igualmente, con su estructuración sintáctica: en un escrito determinable la ambigüedad sintáctica no tiene lugar. Un escrito "indeterminado" (o indeterminable) se caracteriza por presentar anáforas no saturadas (sin antecedentes definidos o con varios posibles antecedentes); oraciones inconclusas o ambiguas, sin sujeto definido o con varios posibles; inclusiones infinitas en las que se suceden, sin solución de continuidad, coordinaciones, yuxtaposiciones o subordinaciones; frases "abiertas" (sin complementos) o paralelismos incompletos (paréntesis abiertos). La inde­terminación también se manifiesta por el uso inadecuado o la caótica distribución de los marcadores semánticos superficiales (que en la gramática se proponen apenas como signos de "puntuación", pero que son indicativos de distintas “operaciones de sentido”, como la clasificación, la inserción, el modo como se enuncia el discurso, la transposición de elementos en frases u oraciones, o la supresión de palabras o expresiones ya nombradas).

3. Coherencia

La coherencia de un escrito depende de la definición de una temática y un eje de pertinencia. La tematización permite seleccionar un aspecto como "foco", de modo que los restantes pasan a ser desarrollo o sustentación del primero, su comentario o su expansión. La focalización de un escrito permite plantearse preguntas sobre su grado de desarrollo, sobre la pertinencia estricta del mismo con respecto al tema propuesto, la relación entre unos y otros aspectos del tema abordado, la importancia o la relevancia de algunos segmentos con respecto a otros.

4. Articulación

La articulación de un escrito tiene relación directa con la forma como se disponen secuencialmente sus partes; es decir, con su organización lineal. La articulación se manifiesta en la fluidez, en la transición de un tema a otro o de un aspecto a otro, en la forma como se concatenan los párrafos entre sí y unas partes con otras. Los conectivos entre oraciones o entre párrafos cumplen un papel fundamental como elementos de cohesión y permiten, en ocasiones, estable­cer ciertos re‑envíos textuales o determinar el tipo de relación que se esta­blece entre diversas unidades del texto.

INTERESADOS: Contactarme en el mail lujarte@yahoo.com