miércoles, 11 de diciembre de 2013

Sólo el amor...



Alto en la cumbre
todo el jardín es luna,
luna de oro.
Más preciso es el roce
de tu boca en la sombra.

Jorge Luis Borges, El oro de los tigres


NOTA: Los versos del epígrafe corresponden al juego de un argentino que intenta, o simula, pertenecer a un mundo en el cual se percibe y se siente de manera diferente a aquella que su cultura y su tiempo le han permitido. Las TANKAS son formas poéticas creadas en Japón que constan de un primer verso de cinco sílabas, uno de siete, otro de cinco, y los dos últimos de siete cada uno. Borges creyó que la gran aceptación de la que gozaban en su país de origen podía tener que ver con su musicalidad. La forma original de los tankas prescinde de la rima.



Porque son indefinibles, la idea misma del amor tanto como su realización permiten cada día ensayar nuevas y a veces afortunadas pero siempre precarias invenciones. Hay ocasiones en las que hallamos textos que se ajustan parcialmente a las imágenes que fabricamos, pero es poco probable que encontremos modos adecuados para expresar la manera como vivimos el amor. Por éso seguiremos buscando en la poesía, en las canciones, en las torpezas o los fortuitos hallazgos de una conversación, una imagen que corresponda a aquello que sentimos o que presumimos que alguien siente por nosotros.

En el amor hay idealizaciones porque hay deseos. Pero hay también incertidumbres, las de cada enamorado; y hay ansiedad, porque la impaciencia parece ser una condición de nuestra especie, limitada por el tiempo y por el escaso poder de las posibilidades que tenemos de transformar las realidades que nos tocan en suerte; y hay los conflictos propios de quien sabe que el nosotros se compone de un yo y un tú que se esfuerzan por forjar un camino conjunto; y hay los miedos que todos portamos, de los cuales nos cuesta tanto despojarnos, y la necesidad de a veces refugiarnos en la más recóndita soledad; o la reinvención cotidiana de proyectos que pugnan por trazar sus propios caminos...

Como no hay un amor plenamente definido y cierto, no hay el amor constante, estable, incólume. Pero hay un deseo que trasciende el deseo y que implica tener el valor de mirarnos en una mirada que siempre nos cuestiona, que cada vez es diferente, que despoja al tiempo de su condición de carcelero y a las obligaciones de su fuerza.

Hay variaciones, momentos, circunstancias; y hay el tiempo, que tiene la virtud de permitir que transformemos la voluntad, o el interés, o los plazos que nos fijamos para cada tránsito.

Lo cierto es que el amor, definido o indefinido, o la idea que tengamos sobre el amor, o los modos como somos capaces de vivir nuestras ideas sobre el amor, son el amor.

Y qué bien que podamos vivir sólo amando.

Luis Jaime, diciembre 11 de 2013

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