lunes, 17 de septiembre de 2012

Decir amigo...

Nota previa: como se han inventado que existe una fecha fija y precisa en el calendario para celebrar la amistad, y como hay presiones enormes para que la celebración se cumpla con dádivas y mensajes, y como hay tantos que se acogen a los llamados que se hacen desde millares de lugares para que nos sumemos a la causa, opto por plegarme a la convocatoria, distanciándome al mismo tiempo. Declaro que cada lector es amigo y que cada amigo es cómplice (aún involuntariamente) de las palabras que siguen.

Segunda nota: Porque mi amigo Fernando Estrada se cranea semanalmente unos textos pensando generosa y solidariamente en Palmira, dejo aquí un enlace a su más reciente publicación (y ojalá lo sigan leyendo).
http://www.palmiguia.com/columnistas/fernandoestrada/palmira_tulua.html#.UFfhqbDxx0g.gmail


Se trata en gran medida de la memoria, la más simple y la más directa, la inexcusable y hasta involuntaria...

Los amigos se quedan en el borde de cada circunstancia nueva, en parte porque la han hecho posible del modo en que la podemos vivir. Y entonces reaparecen, y saludan, y confortan, y traen consigo juegos y parques, tejados y árboles, novelas y canciones que se instalaron entre nombres, paseos, fiestas, riesgos y tragedias...

Y entonces uno puede decir que está hecho de amigos, pasajeros de los momentos que vale la pena recordar, que debemos recordar para sentir que hay huellas de lado y lado de los caminos, y que los cruceros y las desviaciones son apenas accidentes (porque hay cicatrices, de las que sentimos felices y de aquellas que todavía duelen un poco).


Transcribo la canción de Serrat:
Decir amigo es decir juegos,
escuela, calle y niñez;
gorriones presos de un mismo viento
tras un olor de mujer.
Decir amigo es decir vino,
guitarra, trago y canción,
furcias y broncas y en los tres pinos
una novia pa´ los dos.
Decir amigo me trae del barrio
luz de domingo, y deja en los labios
gusto a mistela y a natillas con canela.
Decir amigo es decir aula,
laboratorio y bedel;
billar y cine, siesta en las Ramblas
y alemanas al clavel.
Decir amigo es decir tienda,
bota, charnaque y fusil;
y los domingos a pelear hembras
entre Salou y Cambrils.
Decir amigo no se hace extraño
cuando se tiene sed de veinte años
y pocas pelas y el alma sin medias suelas.
Decir amigo es decir lejos
y antes fue decir adiós,
y ayer y siempre lo tuyo nuestro
y lo mío de los dos.
Decir amigo, se me figura
que decir amigo es decir ternura.
Dios y mi canto saben a quién nombro tanto.

Apenas sí sospecharán algunos que todavía vuelven sus nombres en los días de ahora, que en los humos de mis cigarrillos y en el dulce amargo del café se hacen dibujo mañanas y tardes y noches que elegimos para ser juntos las memorias recurrentes de un cuento, de un poema, de esta nota.

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